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5 tendencias que están marcando a la industria de utilities y a la energía

Por
María Francisca Yáñez,

Directora de Industry X de Accenture Chile

El cambio continuo es incómodo, pero también trae consigo nuevas oportunidades. En ningún lugar es más evidente que en el sector de utilities. En todo el mundo, las empresas de servicios públicos se apresuran a reinventarse a medida que la maduración de las tecnologías, la política y las expectativas aceleran la transición energética. Lograr un equilibrio entre la acción decisiva y la visión a largo plazo exige una clara comprensión de los cambios interconectados que conforman este trascendental cambio. Así pues, ¿cuáles son las fuerzas clave que darán forma a los servicios públicos en 2021 y más allá?

#1 Transición de las infraestructuras

La inversión en infraestructuras es un indicador revelador del futuro del sector. Este año, el movimiento en curso hacia un modelo descarbonizado y descentralizado se verá acelerado por la inversión continua tanto en energías renovables como en la modernización de la red. Sin embargo, este proceso se intensificará aún más por la creciente relevancia de los recursos energéticos distribuidos, y la ampliación de varios proyectos en maduración que implican a nuestro viejo conocido, el hidrógeno.

La alteración generalizada del modelo de negocio convencional también hará que las empresas de servicios públicos exploren todo tipo de posibilidades, desde el almacenamiento de energía y las tecnologías avanzadas de red hasta la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos, para acceder a nuevas reservas de valor, una respuesta esencial a la creciente presión de los márgenes tras la pandemia y a la disminución de los rendimientos regulados.

Una clara víctima de los renovados esfuerzos de descarbonización es el gas natural. Considerado en su día como un «combustible puente» en la cúspide de una edad de oro, ahora existen cada vez más restricciones para limitar el impacto del gas natural en las emisiones de carbono.

Las empresas de gas están buscando activamente alternativas, como la mezcla de gas natural, y el aumento de la cantidad de hidrógeno verde y gas renovable en sus gasoductos, con soluciones de almacenamiento y otras alternativas que se están considerando en el caso del sistema eléctrico.

#2 Transición hacia la sostenibilidad

Los consumidores son una fuerza impulsora del cambio climático. En las regiones en las que los mandatos gubernamentales y la «diplomacia climática» no lograron los resultados requeridos, los ciudadanos preocupados han tomado las riendas de la agenda por sí mismos.

Sin embargo, la pandemia ha hecho que los gobiernos se sitúen en el centro de la lucha por la sostenibilidad. Ante las difíciles condiciones económicas, muchos consumidores están retrasando las decisiones de inversión, como la sustitución de su viejo automóvil por un vehículo eléctrico o la instalación de un sistema solar en el techo. Este vacío lo están llenando los gobiernos, que están preparando paquetes de inversión, muchos de ellos con infraestructuras verdes en el centro.

El año 2021 podría ser un punto de inflexión importante para la inversión en energía limpia e infraestructuras; siempre que estos desarrollos puedan crear nuevas oportunidades de empleo e impulsar la economía.

#3 Transición de la industria

El año 2021 será testigo de una convergencia continua del sector a medida que las tenues líneas entre las empresas de energía, servicios públicos, movilidad y tecnología sigan desapareciendo.

Las divisiones y designaciones ya están cambiando. Las grandes petroleras están dando pasos audaces hacia el negocio de los servicios públicos como parte de las estrategias a largo plazo para descarbonizar sus carteras energéticas. Las marcas de automóviles están aumentando su oferta de servicios en torno al vehículo eléctrico. Y las propias empresas de servicios públicos han ampliado sus intereses en áreas como el hidrógeno verde, tradicionalmente competencia de otras industrias.

Aunque sea desconcertante, la caída de las barreras entre las empresas puede promover una potente colaboración.

Las agrupaciones industriales son un ejemplo perfecto. En lugar de proteger su territorio tradicional, las fábricas de los grandes complejos industriales multifuncionales pueden utilizar las economías de escala para reducir las emisiones trabajando juntas para crear cadenas de suministro más eficientes, reutilizar los residuos y coordinar la adquisición de energía limpia.

#4 Transición tecnológica

El imperativo estratégico de la digitalización ha demostrado su valor en nuevas dimensiones, especialmente en respuesta a la pandemia, y ha allanado el camino para una transformación adicional en 2021.

Casi de la noche a la mañana, las barreras que muchos líderes empresariales han citado para justificar el retraso de la digitalización desaparecieron. Las plantillas distribuidas, las capacidades de trabajo a distancia y la automatización de los procesos manuales se convirtieron en elementos fundamentales para la continuidad del funcionamiento y la supervivencia de muchas empresas durante los períodos de restricción de movimientos.

Este cambio operativo coincide con la llegada de tecnologías de reciente acceso, críticas para transformar las operaciones de la red y de las plantas. Por ejemplo, la próxima generación de AMI aportará una mayor potencia de computación de borde a cada punto final, lo que, unido al 5G, permitirá que los sistemas de IA autogestionados supervisen una red de sensores integrados.

Por muy futuristas que parezcan estos desarrollos, requieren acciones decisivas hoy. Preparativos como el cambio a sistemas basados en la nube, la adopción de la IA y la incorporación de la analítica son los componentes básicos de un futuro que combina lo mejor del ingenio humano con la capacidad técnica.

#5 Transición de valores

Podría decirse que el mayor impulsor del cambio es el renovado vínculo entre los valores financieros y humanos. De nuevo, este cambio se ha visto acelerado por la pandemia. Con el impacto humano de las decisiones empresariales en el punto de mira, las organizaciones están teniendo en cuenta las consecuencias medioambientales, sociales y empresariales de sus acciones en su proceso de toma de decisiones. Por último, las personas y los beneficios forman parte de la misma ecuación.

Las empresas de servicios públicos tienen una oportunidad única de reposicionarse poniendo estos valores en el centro de su negocio. Optar por suministrar energía a los clientes que atraviesan dificultades financieras a causa de Covid-19, por ejemplo, puede ayudar a cambiar la percepción del sector.

El cambio hacia una perspectiva de valor del sistema va más allá de ser «los buenos»: es clave para atraer inversiones. Adoptar un enfoque más amplio del valor también puede crear nuevas oportunidades de negocio. Por ejemplo, la creación de nuevos servicios que ayuden a los clientes a reducir las emisiones y a consumir menos energía fomenta el consumo consciente al tiempo que genera ingresos adicionales.

¿Cómo pueden las empresas de servicios públicos maximizar los beneficios de un enfoque de valor del sistema? Con grandes fondos de inversión que también evalúan los riesgos sociales, medioambientales y financieros de sus oportunidades.

La pandemia ha acelerado como nunca el cambio entre las industrias y las utilities no pueden quedarse atrás.

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