- Por Andrés Díaz, director de Power Systems para el Clúster Andino de Schneider Electric.
La segunda semana de octubre inició con una nueva etapa para la transición energética en el país. Esto en el marco del ingreso de la ley corta a favor de la estabilización de las tarifas eléctricas en el Congreso y la presentación de indicadores al proyecto de ley que considera modificaciones al mecanismo de asignación de ingresos tarifarios, mejoras al sistema de transmisión eléctrica y el fomento para el desarrollo de proyectos de almacenamiento energético.
La transición energética representa un cambio fundamental en la forma en que producimos y consumimos energía, alejándonos progresivamente de los combustibles fósiles y dirigiéndonos hacia fuentes de energía renovable, como la solar, la eólica, la hidráulica y el hidrógeno. Esta no sólo es esencial para mitigar el cambio climático, sino que también representa una oportunidad para innovar, crear empleos y construir un futuro más limpio y sostenible para las generaciones venideras
Ante los retos actuales que representa la crisis climática, es clave entender en qué consiste la transición energética y cuáles son las estrategias que se están poniendo en marcha desde los distintos frentes del sector energético. Es por esto por lo que Schneider Electric comparte tres claves para comprender este concepto y hacia dónde se dirigen los desafíos y oportunidades del ecosistema energético en la materia:
1. Objetivos del Acuerdo de París y acciones actuales: Este acuerdo estableció el objetivo claro de limitar el calentamiento global entre 1,5 y 2,0 grados. Frente a esto, los 194 países firmantes, numerosas naciones, territorios, ciudades y empresas han apostado por desarrollar soluciones bajas en carbono para establecer objetivos de neutralidad. Las tecnologías libres de carbono están ganando competitividad en diversos sectores económicos y representan ya el 25% de las emisiones totales.
2. Adaptación empresas de petróleo y gas: Grandes empresas de petróleo y gas están en proceso de transformación para convertirse en compañías energéticas integradas. Estas compañías están tratando de diversificar sus ingresos y operaciones mientras mantienen flujos de dividendos y valoraciones de acciones basadas en su legado de hidrocarburos. Para lograrlo, necesitan cambiar rápidamente sus modelos operativos, mejorar las capacidades de gestión del carbono y comprender aspectos clave como la producción y reducción de carbono en sus productos, así como la comunicación efectiva de esta información a reguladores, inversores y consumidores.
3. El sentimiento de los inversores: Las empresas de petróleo y gas también deben tener en cuenta el sentimiento de los inversores sobre el carbono y su impacto en las valoraciones y financiación. En un contexto donde la sostenibilidad y las prácticas respetuosas con el medio ambiente son cada vez más valoradas por los inversores, la capacidad de las empresas para gestionar y comunicar sus emisiones de carbono se convierte en un factor crítico para su éxito futuro.
La transición hacia un futuro sostenible implica considerar tanto el suministro como la demanda de energía. Según el enfoque de neto cero de la Agencia Internacional de Energía (AIE), un tercio de las reducciones de emisiones necesarias en esta década deben provenir de un consumo de energía más inteligente y eficiente. Afortunadamente, las soluciones energéticas del lado de la demanda, respaldadas por la digitalización y la electrificación, están cada vez más disponibles y aceptadas.
La conclusión es clara. Una transición energética justa, impulsada por la eficiencia energética y facilitada por la digitalización y la electrificación, no sólo puede acelerar significativamente la descarbonización, sino que también puede abordar la crisis energética, reducir los costos y aumentar la seguridad del suministro. Es esencial reconocer que la eficiencia en el consumo de energía es tan crucial como la transición a fuentes de energía renovable para lograr un futuro más limpio y sostenible.