Por
Gastón Fernández Montero
Abogado y especialista en derecho minero de la U. de Chile, miembro honorario del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile (IIMCH) y de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía.
El día trece de febrero último, Chile entró en la llamada “Era del Hidrógeno” con la publicación de la ley N° 21.305 sobre Eficiencia Energética.
Por fin, nuestro ordenamiento jurídico reconoció legalmente este básico elemento, el más abundante en el universo (las estrellas y el sol están compuestos fundamentalmente de él) pero que, inexplicablemente nuestra legislación no contemplaba y no estaba dentro de la competencia ni de la Comisión Nacional de Energía, ni del Ministerio del ramo.
Ahora, el artículo 3° del decreto ley N° 2224, que creó el Ministerio de Energía quedó como sigue: “Para los efectos de la competencia que sobre la materia corresponde al Ministerio de Energía, el sector de energía comprende a todas las actividades de estudio, exploración, explotación, generación, transmisión, transporte, almacenamiento, distribución, consumo, uso eficiente, importación, exportación, y cualquier otra que concierna a la electricidad, carbón, gas, petróleo y derivados, energía nuclear, geotérmica, solar, hidrógeno y combustibles a partir de hidrógeno y demás fuentes energéticas y vectores energéticos,”
Preferí reproducir el artículo anterior, para evitar el error común de limitar frecuentemente, lo energético a lo eléctrico.
Con este acontecimiento, el país entra con paso firme en la economía del hidrógeno, especialmente, el llamado “verde” por producirse con energías limpias y donde tiene ventajas a nivel mundial, principalmente por lo solar y eólico.
En el actual escenario, se podrá iniciar la reglamentación, indispensable para la introducción de este vector energético “hecho en Chile”.
Corresponderá al Poder Legislativo normar otros aspectos relativos a incentivos para dejar atrás la etapa de los combustibles fósiles importados,