- Por Luis Álvarez, Periodista y Magíster en Comunicación Estratégica.
Mientras nos sorprendemos con algunas de las caricaturescas frases de Nicolás Maduro en Venezuela, tenemos en casa algunos episodios propios de una comedia, sólo atribuibles a un desenfreno populista que, en este caso, ni siquiera se alimenta de gasto fiscal.
La presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, fue invitada a exponer en la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputadas y Diputados sobre el efecto que pueden tener nuevos retiros de fondos previsionales.
Como era de esperar, expuso con profusos detalles técnicos todo el perjuicio que esto puede causar a la economía chilena, en especial, a los sectores más vulnerables, ya no basándose en proyecciones teóricas, sino en la cruda experiencia vivida después de los sucesivos y febriles retiros de fondos que se aprobaron entre julio de 2020 y abril de 2021 y que totalizaron más de 45.000 millones de dólares. A esto, se sumaron otros tantos miles de millones de los IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), entregados por el Fisco.
El peor de los perjuicios para la gente fue la alta inflación que, en agosto de 2022 llegó a estar en más de 14%, medida en términos anuales, algo que no ocurría desde comienzos de los años 90.
Hasta aquí, todo dentro de la normalidad institucional.
Pero la sesión tenía otros invitados; y para transformarla en una suerte de comedia negra apareció como expositor Gino Lorenzini, el ex dueño de Felices y Forrados, que por años impulsó a afiliados a cambiarse una y otra vez de fondos previsionales, generando ganancias a algunos en perjuicio de otros tantos. Fue tal el daño que estaba haciendo a las pensiones, que hubo que sacar una ley para limitar esos cambios y cuando se le acabó el negocio, se fue de Chile.
Volvió a esta comisión, para decir nada menos que los retiros previsionales no fueron los causantes de la alta inflación en Chile, porque todo fue efecto de la inflación internacional. Con esto, justificó a las diputadas y diputados que han promovido estos retiros con el argumento de que no causan aumentos internos de precios. Como si en los tiempos de los retiros no hubieran subido a las nubes los precios de los televisores, electrodomésticos, automóviles y materiales de construcción, por un abrupto aumento de la demanda interna, hasta agotar stocks.
En el mundo de Lorenzini y de los parlamentarios que lo invitaron como experto, ni el Banco Central con todo su ejército de economistas (doctores y masters en universidades de prestigio mundial); ni el Ministerio de Hacienda con su centenaria experiencia; ni los técnicos de mayor prestigio en Chile y en varios países del mundo desarrollado tienen razón. Sostienen, sin despeinarse, que una inyección en pocos meses de más de 70 mil millones de dólares a la economía no generó inflación, por lo que nuevos retiros serían inocuos.
En el mundo de los promotores de nuevos retiros, no valen nada las sólidas cifras entregadas por Rosanna Costa para mostrar el enorme daño que provocaron los anteriores retiros. Además de la inflación, la economía chilena sufrió un gran aumento de la incertidumbre, mayor precio del dólar, dificultades para acceder a créditos hipotecarios y a financiamiento para pequeñas y medianas empresas, aumento de la deuda externa, caída en las pensiones futuras y desconfianza en los inversionistas, lo que genera menor crecimiento y caída en la creación de empleo.
La comedia parte por la decisión misma de someter a debate parlamentario -con todo el despliegue de recursos y tiempos que eso conlleva- estas mociones que ya demostraron ser desastrosas para la economía y siquiera discutirlas.
Pero las elecciones son más fuertes. El propósito simple es abrir a las personas que tienen fondos previsionales la ilusión de tener a mano dinero fácil para lo que sea. ¿Quién puede rechazar una oferta así? Y los promotores son populares. Irresponsables, pero populares.
Vi hace un tiempo, un reportaje de un noticiario de televisión en que se preguntaba a personas en la calle cuánto estimaban que podían obtener si se aprobaba un retiro de 10%. Los cálculos iban entre dos y cinco millones de pesos. Me pregunté si era necesaria esa encuesta y si alentaba esa ilusión de dinero fácil para la audiencia.
Me quedé con la impresión de que toda esta mala comedia -promover proyectos de retiros, pese a la contundente evidencia sobre los perjuicios que causan en la economía e invitar a exponer a la presidenta del Banco Central, con todo el trabajo interno que ello implica en análisis, estudios y preparación, para que la contradiga en la misma mesa un cuestionado especulador con cartel de experto- no ha merecido un fuerte llamado de advertencia de parte de los analistas, columnistas, editores de medios de prensa y colegas periodistas. Porque, si levantamos la voz, quizás podemos inhibir en algo estas acciones irresponsables de quienes ocupan escaños por elección popular.