- Por Víctor Vilche, gerente general de Conecta Ingeniería.
El reciente temporal dejó más de 750 mil hogares sin luz, sin duda, un escenario que pone en evidencia la urgencia de adoptar medidas proactivas para garantizar un suministro confiable en un contexto de creciente amenaza por los fenómenos meteorológicos extremos.
A nivel internacional, países como EE.UU. están tomando medidas significativas. El gobierno americano anunció una inversión de USD 2.200 millones para renovar su red eléctrica. En Colombia, por su parte, se lanzó una iniciativa que usa tecnología avanzada para modernizar el sistema.
En contraste, en Chile seguimos lidiando con una infraestructura que no ha sido suficientemente fortalecida. Aunque hemos avanzado en energías limpias, el desarrollo de líneas de transmisión ha sido insuficiente para sacarle todo el provecho.
Una de las principales fallas es la falta de un plan robusto de normas mínimas de calidad. La revisión y actualización de la normativa vigente es crucial para garantizar que nuestra infraestructura sea segura y efectiva.
El mantenimiento preventivo también es un aspecto fundamental. Las compañías deben implementar programas de inspección y reparación anticipada para detectar problemas, previo a ser fallas críticas. La utilización de tecnologías avanzadas, puede ser una herramienta valiosa para identificar puntos débiles en la red.
El soterramiento de líneas eléctricas es otra acción que debería ser prioritaria. En muchos territorios, las líneas aéreas son muy susceptibles a daños por fenómenos climáticos y exceso de peso al ser usadas como soporte para cables telefónicos.
Pero debemos considerar que la responsabilidad no recae únicamente en las empresas, sino también en las políticas públicas que deben incentivar la inversión en la infraestructura crítica necesaria. Históricamente, el único aliciente significativo ha sido la devolución de dinero a los consumidores cuando se producen cortes de luz. La falta de directrices sólidas en esta línea ha sido un factor determinante en la situación actual.
Las compañías eléctricas y las autoridades deben actuar colaborativamente para reforzar el sistema. La seguridad y el bienestar de la población dependen de un suministro eléctrico confiable y resiliente. Es hora de aprender de los errores y de tomar medidas concretas para protegernos ante los futuros desafíos.