Por
Erwin Plett
Miembro de la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros de Chile A.G.
Doctorado del KIT, Alemania
Post doctorado en Energías, Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos,
Director de Alfa Lux.
¿Sabe cómo tener buena iluminación con menores costos, aumentar su productividad y seguridad cuidando el medio ambiente? Esta es una pregunta cuya respuesta no todos conocen, pero que es de gran importancia a la hora de analizar la eficiencia de los sistemas de iluminación que se utilizan en una empresa o en el hogar.
Las ampolletas incandescentes con una potencia de 100W emitían un flujo luminoso de 1.570 lumen. Esos mismos 100W usados, por ejemplo, en una moderna lámpara LED industrial, generan un flujo luminoso de hasta 22.000 lumen. Producen catorce veces más luz con el mismo costo de electricidad, generando un ahorro del 94%. Por lo tanto, es imprescindible cambiar el concepto, ya que una luminaria no es un mueble, sino que una máquina de producir luz y, por lo tanto, su eficiencia lumínica es fundamental.
En el mercado se comercializan luminarias LED con eficacias lumínicas muy dispares, entre 50lm/W y 220lm/W (lúmenes por cada Watt). Los lúmenes producidos importan, mientras que los Watt de potencia -que es el número publicado con grandes cifras-, sólo sirven para saber qué tan caros le van a costar esos lúmenes, a pagar mensualmente. Debe considerar que, una ampolleta LED con eficacia lumínica baja, de sólo 70lm/W consume un 68% más de energía eléctrica que una luminaria LED de última generación con 220lm/W, entregando la misma luminosidad.
El mejor consejo de ahorro es que, la luz que se necesita debe generarse lo más cerca posible del lugar donde se utiliza, si no, se esparce en la superficie. Una misma fuente luminosa que irradia con un cierto flujo, se percibe más débil (menos lux, lux=lumen/m2) con el cuadrado de la distancia a la que se encuentra del ojo. Este principio físico dice que, al duplicarse la distancia a la superficie, los lux bajan a un cuarto, al triplicarse la distancia a la superficie, los lux bajan a un noveno, etc. Además, los lux que se obtienen desde una misma luminaria sobre la superficie a iluminar son muy diferentes, si se tiene una simple ampolleta colgando, que ilumina en 360°, calentando innecesariamente las paredes y el cielo; o un foco con óptica moderna o un reflector dicroico, que concentren la luz hacia donde se necesita.
Otro aspecto importante económicamente es la vida útil de las luminarias: una ampolleta incandescente tiene que ser cambiada cada 700 horas o una halógena cada 2.000h porque se quema el filamento (obsolescencia programada); una “ampolleta de ahorro” o un tubo fluorescente dura desde 4.000h a 8.000h, luego empieza a parpadear y/o a zumbar y se apaga; una ampolleta LED barata dura 10.000h y una excelente hasta 100.000h, o sea, esta última con un uso diario de 6 horas, dura hasta 45 años.
Por último, un factor sumamente relevante desde el punto de vista económico es la “eficiencia de las personas” bajo distintas iluminaciones, por lo que el proyecto de la iluminación centrada en las personas es mucho más significativo que la tecnología utilizada. La gestión profesional de proyectos de iluminación garantiza, por lo tanto, procesos de cambio en forma económica, sustentable y duradera. Por lo tanto, tenemos que mejorar el comportamiento económico y ecológico, tanto individual como colectivo.