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La revolución recién comienza

  • Por Alejandro Goldstein, socio de Olivia.

Alejandro Goldstein, socio de Olivia

La transformación que atraviesan nuestras organizaciones de la mano de los datos, hoy no se limita a dos o tres ámbitos independientes. Es el inicio de un proceso que atravesará todas las áreas de nuestras empresas y que nadie sabe cómo terminará.

“La revolución se come a sus hijos”, decía Georges-Jacques Danton, activista de la primera generación de Jacobinos que iniciaron la Revolución Francesa y que terminó en la guillotina poco después de Louis XIV. No fue el único, ni el último. En todos los quiebres transformacionales más de un revolucionario terminó siendo víctima del cambio que él o ella misma impulsaron. Los Miserables, los mencheviques o el propio Ernesto “Che” Guevara, son solo algunos ejemplos.

Quizás una de las principales razones, es justamente que el movimiento tectónico que inicia toda buena revolución nunca viene con plazo de vencimiento. Uno de los últimos ejemplos son las consecuencias que nos dejó y exigió el quiebre que en muchas partes del mundo arrancó en torno a cambio de siglo. En varios países del mundo la política debió claudicar como oferente de soluciones para los problemas de sus sociedades. Un ejemplo de aquello, la crisis subprime, demostró que el sistema financiero global había quedado desconectado de las realidades sociales del mundo, sirviéndole a unos pocos mientras arriesgaba el futuro de la gran mayoría.

En los últimos años, empezamos a vislumbrar que la transformación que se comienza a acelerar de la mano de los datos, personificada por herramientas como la Inteligencia Artificial -por ahora- no tiene fin, ni marco. Impacta cada vez más en ámbitos de nuestra vida personal y laboral. No hay forma de saber dónde terminará. La única y mejor opción que tenemos es trabajar con nuestros equipos y la cultura que los une para que puedan adaptarse a los cambios que vendrán. Y para poder hacerlo, nuestra mirada tiene que pasar primero por nuestro propósito. Si no lo hacemos, seguiremos el mismo camino de los Dantons de este mundo. En el intento de controlar el cambio, terminaremos siendo devorados por él. Tenemos que estar en el presente, mirando el futuro.

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