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Litio y electromovilidad = sal a la ensalada

Por
Jaime Alée G.

Colegio de Ingenieros de Chile A.G. Fundador del Lithium Innovation Center

La electromovilidad tiene una vinculación con el litio, tal como la tiene con el acero, el cobre, el nickel, el cobalto y con muchas materias primas que componen un vehículo eléctrico. En eso no hay que exagerar. En términos económicos el Litio representa un 1% – 2% del valor del vehículo. Sin embargo, el litio es un componente clave para el funcionamiento de la batería de litio, aunque en pequeñas dosis. Podría decirse que el litio es a la batería como la sal a una ensalada.

Nosotros, como productores de materia prima, tendemos a mirar dichos materiales con una perspectiva de un “cadena de valor”, pero para el “mainstream” somos parte de la cadena de suministros.

Lo importante es que quien fija las reglas en esta industria es la demanda, o sea los fabricantes de vehículos eléctricos. La cadena de suministros debe acomodarse al cliente, no al revés. Parece obvio, pero muchas veces lo olvidamos.

El Litio es parte de la cadena y es muy importante (sin ser relevante su precio), pero no es escaso y posiblemente si algún productor del mundo exagera y lo utiliza como elemento de coerción para conseguir algo más, sin duda será sustituido en el mediano plazo por otros proveedores en otras regiones.

Nuestros países de Latinoamérica han exagerado la nota. Le han otorgado al Litio un poder y valor que no tiene. Tanto en lo económico como estratégico, hasta darle características casi “divinas”, como si fuera la llave para el desarrollo del país. En términos económicos; Chile exportó el 2018 un total de US$ 75 mil millones. En cobre US$ 35 mil millones, en Frutas US$ 5 mil millones, en Productos de mar US$ 4 mil millones y en Litio US$ 1,4 mil millones. Las proyecciones al año 2025 es que el Litio llegue a representar US$ 3,5 Mil millones. ¡No mueve la aguja está claro!

En términos estratégicos tampoco es relevante, porque al ser abundante es fácil de ser reemplazado por otros productores en otros países del mundo, como de hecho está claramente planeado por los países fabricantes de baterías y autos eléctricos a partir del 2030, en gran parte debido al excesivo ruido, desconfianza y con ello riesgo, que generan los países de nuestra región con consignas fuera de la realidad, en relación con su aporte de valor como parte de la cadena de suministros.

En pocas palabras, el Litio es un buen, visible y sofisticado pequeño negocio como producto minero-químico, pero no puede pedírsele que nos entregue la llave de saltarnos el esfuerzo de crear nuestra propia industria basada en conocimiento y tecnología, para diversificar nuestro país para el siglo XXI. Debemos construir un futuro basado en el esfuerzo y las evidencias. Sí, podemos hacerlo, desde una base más sólida y sustentable. Ello también fue gracias al Litio y su vínculo con la electromovilidad.

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