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Petróleo: la otra víctima del Covid 19

Igual que en «Crónica de una muerte anunciada», el impacto del COVID 19 en el mercado internacional del petróleo, fue advertida hace unos días por la Agencia Internacional de Energía (AIE). Hoy, observamos la mayor caída histórica de su precio, desde 1982. El barril West Texas de EE.UU. (WTI) cayó ayer 37% respecto de la jornada anterior y llegó a US$12. En tanto, para la entrega en mayo se cotizó a un precio negativo de US$ -35,22, generando un verdadero terremoto en el mundo de la energía. Según BBC la sacudida en Estados Unidos también afectó el precio del crudo Brent, de referencia en Europa y en el resto del mundo, cuyo valor a futuro, para entrega en junio, disminuyó un 8,80% este lunes, llegando a US$25, 58.

Los grandes productores del oro negro: Rusia, Estados Unidos y, en general, todos los integrantes de la OPEP, se dan de cabezazos contra la pared. Cualquiera pensaría que están al borde de la quiebra, porque obviamente las perdidas son cuantiosas.

Normalmente, la demanda mundial diaria es de 100 millones de barriles de crudo. Hoy se estima una cuarta parte. El superavit de producción mundial ya es inmanejable. Y ni siquiera hay suficientes tanques de almacenamiento. Los superpetroleros, convertidos en meras bodegas de crudo, no dan abasto para contener el exceso de producción. Por otra parte, el costo de almacenamiento físico incide fuertemente en el precio futuro, por lo que tampoco es un negocio para nadie. En otras palabras, a juicio de expertos, estamos inundados de petróleo que nadie necesita.

En tanto, la OPEP insiste en reducir la cuota productiva, pero no encuentra muchos adeptos a esa propuesta. Rusia se niega a perder el liderazgo frente a Estados Unidos y viceversa. Aunque a este último le sale más cara la insistencia. Su petróleo de esquisto, principalmente, tiene un costo de producción muy superior al de origen fósil.

Según Bloomberg, la raíz de este coletazo económico está en una acelarada y sin precedentes caída en el volumen de consumo de petróleo a nivel mundial. Otros analistas indican que, en el caso del WTI y lo sucedido en el precio del barril en Estados Unidos, se explica porque muchos compradores no quieren aceptar pedidos ya generados, porque no saben qué hacer con ese petróleo.

Mientras tanto, el confinamiento de la población continúa. Aerolíneas prácticamente paralizadas, transporte urbano en similares condiciones, industrias productoras de bienes de consumo con producción mínima o sencillamente inactivas. La demanda está muerta. Solamente, en el caso de la industria aeronáutica se estima que la caída en la demanda supera el 75%. Así las cosas, un simple virus, ha golpeado tan fuerte en la economía mundial, que ya muestra los signos de una gran recesión.

Lo más preocupante, tal vez, es lo que ha de venir. Apagar refinerías, tendrá un costo difícil de enfrentar. En Chile, el peor impacto estará en las refinerías de Concón y Bío Bío, que ya han disminuido sus operaciones y deben estar evaluando medidas para lo que viene. Cerrar pozos será la opción final de la inmensa mayoría de los productores.

Quedan algunos meses para poder conocer realmente el desastre que ha dejado el Covid 19 en la economía mundial y en la nuestra. De ahí el interés del gobierno por empezar paulatinamente a mover la economía. Tal vez, desde el punto meramente sanitario, las medidas no son las más acertadas. Pero, también es cierto que, sin economía en marcha no hay buena atención en salud. El dilema nos sobrepasa a todos.

 

Silvia Riquelme, Directora www.guiachileenergia.cl
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