- Por Pamela Méndez, socia líder de Cambio Climático y Sostenibilidad EY.
En medio de un año electoral en Estados Unidos, ha surgido una corriente anti-ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) liderada por el lado republicano que percibe a los fondos de inversión que promueven estos factores como anticapitalistas. En este sentido, el debate ha adquirido un marcado tono político que hasta el momento permanece confinado a las fronteras estadounidenses.
En otras sedes de políticas como la Unión Europea (UE), este debate se ha alejado gracias al pacto verde europeo que busca establecer objetivos como: reorientar flujos de capital hacia una economía más sostenible, gestionar riesgos financieros derivados del cambio climático y fomentar la transparencia a largo plazo en actividades financieras y económicas.
En Chile, siguiendo esta tendencia a favor de las iniciativas ASG, se han impuesto normativas como la NCG 461, que desafían a nuestras empresas a ser transparentes en torno a estos temas.
Bajo este marco, es poco probable que esta corriente anti-ASG logre echar raíces en nuestro país. Los sectores industriales nacionales son cada vez más conscientes de la importancia de la sostenibilidad y el cambio climático en sus respectivos negocios y han implementado estrategias alineadas con estos factores. Las metas están puestas y el camino hacia un desempeño empresarial más ético y sostenible parece irreversible.
Los estándares y marcos globales en torno a la sostenibilidad han avanzado fuertemente a partir del año 2022. La transparencia y calidad en temas ASG es cada vez más valorada por las partes interesadas y la urgente crisis climática requiere de acciones tangibles. Por lo tanto, esta controversia en los Estados Unidos parece más una estrategia política que una amenaza real contra el auge del modelo de negocios sostenibles.
A pesar de la polémica, la incorporación de criterios ASG en la estrategia de las empresas ha probado tener numerosos beneficios. Entre ellos se cuenta la mejora de la reputación corporativa otorgando mayor confianza a diversas partes interesadas; desde inversionistas hasta clientes y consumidores. Además, trae consigo una mayor competitividad en el sector, mejor rendimiento financiero y la posibilidad de liderar mercados a través de un modelo de negocio sostenible.
En conclusión, la tendencia global hacia la sostenibilidad en los negocios va más allá del nombre ASG y en nuestro país todo parece indicar que estas temáticas llegaron para quedarse.